sábado, 10 de noviembre de 2007

10 DE NOVIEMBRE: DÍA DE LA TRADICIÓN


La palabra tradición deriva del latín y quiere decir donación o legado. La tradición es un conjunto de costumbres, ritos y usanzas que se transmiten de padres a hijos.
La tradición de un pueblo es aquello que lo identifica y diferencia de los demás, algo propio y profundo. Cada comunidad tiene sus propias tradiciones, las que se manifiestan en el modo de vivir, en el arte y se conservan a través del tiempo.
En Argentina el Día de la Tradición es el 10 de Noviembre, en Memoria de nuestro poeta más tradicional, creador del Martín Fierro: José Hernández.

Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela,
Que el hombre que lo desvela
Una pena extraordinaria
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.
Pido a los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento;
Les pido en este momento
Que voy a cantar mi historia
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.
Vengan Santos milagrosos,
Vengan todos en mi ayuda,
Que la lengua se me añuda
Y se me turba la vista;
Pido a Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.

SAN PATRICIO, HALLOWEEN Y SAN VALENTIN...¡¡¡GO HOME!!!

MARTÍN FIERRO, BUSCA JUSTICIA EN EL CINE...


Se estrena el filme de animación "Martín Fierro", basado en el poema de Hernández y los dibujos de Fontanarrosa.
El dibujante y escritor rosarino Roberto Fontanarrosa fue el autor de los diseños y el guión que le dan vida a una versión animada del "Martín Fierro", el célebre poema de José Hernández, que se estrenará hoy en todo el país con dirección de Norman Ruiz y Liliana Romero y la voz de Daniel Fanego.
Esta nueva aproximación cinematográfica al universo telúrico del famoso gaucho creado por Hernández se propone lograr una experiencia inédita en el ámbito del cine de animación argentino, ya que además de darle vida a los dibujos de Fontanarrosa, los directores le agregaron una técnica que ellos definen como "innovadora". La novedosa técnica de animación mixta que los directores pusieron en práctica para darle vida a los cuadros de esos famosos artistas plásticos argentinos, los productores de la película los pusieron en contacto con Fontanarrosa, quien vio sus trabajos y los eligió para llevar adelante este proyecto:"Queremos dar un vuelco en el cine argentino de animación, con un trabajo que no es comercial pero sí artístico", dijo Ruiz Mientras que Ruiz dirigió los aspectos cinematográficos del filme, Romero condujo al equipo de artistas que pintó los fondos y llevó adelante las animaciones. "También queremos dejar constancia de que el cine de animación puede estar unido a las artes plásticas de una manera artesanal", agregó el director.

lunes, 29 de octubre de 2007

LOS LIBROS TAMBIEN CURAN...




REGIÓN MURCIA



Los libros también curan

Por el aula escolar del Reina Sofía, que acaba de cumplir un año, pasan cada día pacientes de anorexia o chicos convalecientes de accidentes de tráfico
J. P. P.

Yolanda dibuja sandías de un rojo intenso, abiertas como un corazón sanguinolento. Fija la mirada en la pintura de Frida Kahlo, que trata de copiar, y susurra concentrada. «Aquí hay mucho dolor». Se sumerge poco a poco en este universo entristecido, pero también vital, y encuentra la paz. «Es terapéutico, una forma de expresar lo que tienes dentro. Un desahogo». Frida pasó su vida entre hospitales. Sufrió lo indecible por culpa de un accidente de tráfico que le destrozó la espalda para siempre. Yolanda -que esconde su verdadera identidad bajo un nombre ficticio para preservar su intimidad- sabe bastante de eso. Es anoréxica y está ingresada en el Reina Sofía. Cada mañana, coge sus libros y va a clase. En la tercera planta, el hospital cuenta con un aula educativa y una maestra, Pilar Carrasco, que destila una humanidad envidiable. Por aquí no sólo pasan las pacientes de anorexia y bulimia ingresadas en la Unidad de Trastornos en la Conducta Alimentaria, puntera en la Región. También hay chicos obligados a permanecer semanas en el hospital por culpa de accidentes de moto, o jóvenes que se recuperan de una operación quirúrgica.
«Algunos pasan dos meses aquí, y hay que evitar que rompan el ritmo escolar», explica Pilar. Los alumnos pasan por el aula, de lunes a viernes, en grupos de ocho. La maestra recorre además las habitaciones en busca de aquellos que no pueden trasladarse. No se trata sólo de que continúen con el temario de su instituto o su colegio. También se intenta hacerles la vida en el hospital más amena, con actividades culturales y recreativas. Pilar trata de contagiar su pasión por la literatura a los chicos ingresados. El año pasado dedicó el curso a Carmen Conde. Los alumnos prepararon un mural con los versos de la poetisa. Ahora, Frida Kahlo es la protagonista. El rostro de la artista mexicana da la bienvenida al aula, en la que se guarda como un tesoro una pequeña biblioteca. Gracias a ella, los más pequeños pueden viajar desde sus camas a otros mundos y acompañar, por ejemplo, al joven Jim Hawkins en su búsqueda de La isla del tesoro. O perseguir a Moby Dick por el océano y olvidar la enfermedad mientras se sueña con ballenas y olas gigantescas.
Ahora, el hospital quiere embarcarse en otro proyecto, la puesta en marcha de un club de lectura. Los pacientes de todas las edades podrán disfrutar de un libro y después comentar la experiencia con otros ingresados. Pero no sólo las letras pueden ayudar a hacer más agradable la convivencia con la enfermedad. También los números. Un grupo de profesores de Matemáticas ha preparado un programa con juegos y problemas a través de los cuales los chicos podrán disfrutar al tiempo que aprenden. Libros, números y clases hacen del hospital algo más que un lugar en el que permanecer postrados. Es, también, un sitio en el que seguir viviendo, y soñando.

viernes, 12 de octubre de 2007

12 DE OCTUBRE: DIA DE LA RAZA


La soledad de América Latina
[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 -Texto completo]

Gabriel García Márquez


Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado l o de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles a misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istm no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.
FIN

martes, 11 de septiembre de 2007

13 DE SEPTIEMBRE: DÍA DEL BIBLIOTECARIO


13DE SEPTIEMBRE: DÍA DEL BIBLIOTECARIO

Carta de una bibliotecaria a su hija en edad de elegir profesión.
Hija mía, no te hagas bibliotecaria…

Mi adora hija: ahora que debes enfrentarte a una decisión que puede marcar tu vida para siempre, te escribo esperando que mis palabras te guíen y ayuden a elegir mejor.
Tu puedes ver con afecto nuestra biblioteca y encontrar interesante mi trabajo entre ellas, puedes pensar que porque desde pequeña te lleve a bibliotecas en las que te sentiste a gusto y porque mi ayuda te permitió encontrar más fácilmente las tareas absurdas e interesantes que tuviste en el colegio, que ser bibliotecaria puede ser también una opción para ti.
Pero tú no sabes hija mía la verdad, que voy a contarte ahora, sobre mi profesión:
No es cierto que vivir entre libros es maravilloso, siendo bibliotecaria pocas veces tienes tiempo de leerlos a gusto y se terminan convirtiendo en objetos de laboratorio que sólo significan más trabajo. Además pocos bibliotecarios trabajan hoy entre libros y menos aún los leen, la verdad, hija mía, es que los bibliotecarios terminan hartos de los libros como el chef termina hastiado de los maravillosos platillos que prepara.
Siendo mujer y bibliotecaria tendrás sobre tí una imagen permanente que te perseguirá. Si eres muy bella, tus colegas te harán la vida imposible; si renuncias a verte bien los hombres huirán de tí, diciendo: claro, es bibliotecaria. Si eres muy callada y no haces amigas íntimas en el trabajo, tus colegas hablaran mal de ti y en poco tiempo estarás buscando trabajo; si eres amable y festiva y te conviertes en el centro de atracción, los celos de todas te perseguirán y también tendrás que buscar trabajo de nuevo.
Laboralmente tus contratos serán siempre temporales y si logras vincularte y obtener un cargo directivo, tendrás que lidiar con la incomprensión de colegas que no soportaran verte como jefe y te harán la vida imposible. Por que crees, hija mía, que hay tantos directores de bibliotecas que no son bibliotecarios? No es porque no podamos dirigirlas, es porque no soportamos ser dirigidos por otro bibliotecario.
Si inviertes tu tiempo y dinero en estudios de postgrado, te quedaras por fuera del sistema laboral por estar "sobre capacitada"; y sino sigues estudiando te despedirán por lo contrario. En cualquier momento podrás ser reemplazada por un becario que cobra menos, o por un ingeniero que sabe más, o por un sociólogo que es más serio, o por cualquier otro que crea que puede hacer tu trabajo mejor que tú. Porque qué misterio puede tener la bibliotecología?
Y lo peor hija mía, siempre tendrás que estar explicando a todo el mundo que es la bibliotecología y que hace un bibliotecario, siempre habrá voces bajas cuando digas tu titulación y miradas de pesar y comprensión. Todos pensaran que estudiaste eso porque no eras lo suficientemente buena para hacer otra cosa, o porque eres muy perezosa para estudiar una carrera universitaria de verdad. Y tus amigos llamaran a tu casa para que les busques rarezas de crucigrama, o tareas para sus hijos y no dejaran de preguntarte, para qué bibliotecarios si ya hay Internet?
Por eso te pido, hija mía, no te hagas bibliotecaria…
Pero si aún así crees que las bibliotecas y la lectura son indispensables en el mundo, y que los bibliotecarios pueden hacer algo para hacer posibles los sueños humanistas en los que ya nadie cree y te atreves a ser bibliotecaria, con orgullo te llamaré colega.
Tu madre que te quiere

11 SE SEPTIEMBRE: DÍA DEL MAESTRO


Enseñarás a volar.....
pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar......
pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir.....
pero no vivirán tu vida.

Pero cada vez que vuelen, sueñen o vivan.....
Estará la semilla que tu sembraste.